La soledad es versátil. Llega en los sollozos de una canción, se inflama en el tráfico, observa desde un cielo obscenamente gris.
Se sienta en la silla-isla de un centro de vacunación, aguarda en una aguja. Reposa en un escuadrón de miradas heladas.
La soledad es el zumbido de un viernes por la noche, es el oído rebelándose al silencio.
La soledad es la ausencia de tu voz.
Habita la inevitable asimetría humana. Y gobierna. La soledad gobierna todo.
Ni intentar romperla, es tarde para eso.