Un cariño a prueba de todo

La primera vez que me lo dijo era niña, una niña todavía asustada. El accidente en el que había muerto mi papá era relativamente reciente, aunque en realidad no recuerdo exactamente cuánto había transcurrido. El tiempo entonces rodaba de extrañas maneras.

-Me la regaló tu papá -dijo -y nos la vamos a tomar para tus quince años.

Mi tío Bolish se refería a una botella de tequila que mi papá le había traído de México. Era una botella que para mi absoluta fascinación tenía un gusanito reposando en el fondo.

Fue una tarde de sábado, en la sala de su casa, en Mixco. La botella estaba en una repisa, frente a, lo que según recuerdo, era su bar. Estábamos todos sentados platicando, algunos de los niños, mis abuelos, mi mamá y mi tía. De aquella tarde recuerdo con toda claridad la sensación de absoluta pertenencia, de ser familia, una sensación que gracias a él y mis abuelos y mi tía solo se multiplicó con el paso del tiempo.

Bolish era el segundo de los tres hijos que tuvieron mis abuelos, el segundo de los Serra Barillas. Mi papá, su hermano pequeño, falleció demasiado joven. Su muerte supuso una tragedia para sus padres y hermanos, para mi mamá y para las cuatro hijas que le sobrevivimos. Y la padecimos y superamos unidos, sostenidos por el amoroso andamiaje familiar que construyeron nuestros adultos.

Desde entonces hasta hoy, en medio de todos los cambios y a pesar de su ausencia, la familia Serra tuvo la capacidad de cobijarnos, sostenernos, apoyarnos y cuidarnos con un amor profundo y constante y genuino. Bolish fue espectacularmente cercano. Fue amoroso y presente. Con franca transparencia nos hacía sentir amadas, verdaderamente amadas. Junto a Mirtha, nuestra tía, tejieron una relación de tíos-sobrinas a prueba de todo. Siempre estuvo presente en nuestros asuntos, en las buenas y en las malas, siempre. Bolish cultivó un vínculo extraordinario con mi mamá y con nosotras. Aprendimos a quererlo con intensidad y gratitud.

Su partida implica un duelo profundo con distintas aristas. Lo queríamos tanto pero tanto. Nos dio tanto pero tanto.

Bolish era el último sobreviviente de los Serra Barillas, el último eslabón directo que nos conectaba con el núcleo familiar de mi papá. Su muerte cierra el ciclo universal del paso de una familia por la vida terrenal. La suya, una familia extraordinaria.

Todos estos días, desde el momento en que mi primo dio la noticia de su fallecimiento, su presencia en el pensamiento ha sido intensa. Un carrusel de recuerdos fragmentados emerge desde el centro de la memoria. Mucho se desata. Con el corazón aún en temblores no encuentro lenguaje preciso para describir tanto sentimiento.

Bolish fue un tío espectacular, dueño de una bondad insobornable, cariñoso y adorable. Chistoso en sus mejores épocas, antes de que la larga enfermedad lo abatiera. Pero a pesar de las dificultades que durante años deterioraron su salud, siempre lo sentimos cerca. Su cariño y presencia han sido sólida constante a lo largo de nuestras vidas. Es una sensación casi mística.

Fue ejemplo de trabajo y emprendimiento, un hijo protector y comprometido, el ángel guardián de mi abuela, especialmente después de la partida de mi abuelo. Un hombre de familia, amoroso padre y esposo. La misión familia Bolish y Mirtha la lograron con sobresaliente. Basta con observar a sus hijos y sus familias, a sus nietos, basta con apreciar la saludable dinámica que les rige.

Si hace tantos años él prometió a su hermano muerto amar y cuidar a sus sobrinas, ahora que están juntos, puede decirle que la cumplió con creces.

Qué afortunados fuimos todos por tener a Bolish, qué regalo de vida es llevar una sangre tan amorosa y comprometida como la suya, qué bendición pertenecer a su familia. Qué maravilloso es ser descendiente del núcleo Serra Barillas.

Con su muerte deja un vacío, cierra un ciclo, sí, pero también el ejemplo para continuar. Deja un legado y el regalo de un vínculo de cariño incondicional con mi tía y mis primos, con sus familias.

No llegamos a brindar con aquel tequila del gusano, pero la vida nos dio la oportunidad de brindar muchas veces, de celebrar la vida de tantas formas, de construir momentos.

Descanse en paz, querido Bolish, gracias por tanto. Su memoria, su risa y su mirada tan dulce permanecerán en nuestros corazones por el resto de los días.

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