Póstuma

La tuya con él-dijiste- es una relación intensa, desgarradora y tierna al mismo tiempo. Ignoro qué obtienes, adivino más dolor que consuelo. ¿Quién sobrevive sin respuestas? ¿Quién a sabiendas que jamás las obtendrá? Tantos años en el mismo lugar.

La mía con él es, como dijiste, una relación póstuma. No es una elección -te explico- nace de la añoranza, de la ausencia, de lo que no fue y  que rotundamente pienso debió ser. Me quedo con mi monólogo, con mi imaginación construyendo momentos que se perdieron para siempre antes de ocurrir.

Quedan las pocas fotografías y los escasos pero profundos recuerdos. Una niña, un padre joven, nuestra completa, breve felicidad.

¿Qué puedo decirte? Es la eterna condición de las huérfanas. 

Algún familiar lo trajo a la vida con Inteligencia Artificial, al menos ese era el propósito de su experimento tecnológico. A partir de una fotografía fabricó movimiento, breves segundos de vida artificial. Y no, ese video robótico no tiene nada qué ver con lo que él era, con su forma de ver o moverse por el mundo. No contiene la  inmaculada calidez que brotaba de su mirada.  Se agradece la intención.

 Aunque al verlo, una vez más y sin entender del todo por qué,  se desgarra el sitio interior que  a perpetuidad se rebela contra su muerte. 

Son tantas las ocasiones del dolor producto de su ausencia que hemos aprendido a entendernos y aceptarnos. Una certidumbre inevitable de nuestra póstuma relación. Paz en la no paz.

¿Quién sobrevive, preguntas? Heme aquí, viva y añorante, buscando palabras para explicar y explicarme, escribiendo sin encontrar respuestas, una superviviente.

2 comentarios sobre “Póstuma

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