La tristeza es un espacio en el que, con un extraño matiz, la creatividad florece.
Tal vez por la elocuencia de las sombras.
Tal vez porque el contraste entre pasado y futuro, optimismo y desolación, realidad y anhelo es brutal, se hace evidente como nunca.
Necesita salir del alma eso que la quiebra, o necesitamos explicar el porqué del abatimiento. Entonces el lado creador del cerebro enciende las fuentes. Nace arte de las lágrimas, nace belleza del dolor.
Una paradoja inmensa de la condición humana.