No solo los saldos de fiambre asoman en el refrigerador, como flores acuáticas, ansiando algún apetito entusiasta.
Queda también un modo reflexivo en el entendimiento, quedan silencios viscosos. Un álbum de imágenes se mueve como carrusel en emociones que no se nombran fácilmente.
En la foto ¿dónde se hubieran colocado quienes ya no están?
Y luego pienso que no. No tomamos ninguna foto de todos juntos. Estábamos contentos, sin duda. Pero el rito se va haciendo distinto.
Una extraña dispersión flota en el recuerdo de ese día, otra suerte de fantasma. Pero no la nombramos por temor de que algo se quiebre.