No se puede comprender a un hombre sin comprender su guerra. No se puede comprender a una mujer sin comprender su búsqueda.
Y al final, a la guerra y a la búsqueda las unen más rasgos de los que las separan.
La guerra de él gira en defensa de lo que lo define, de lo que ya posee. La búsqueda de ella es hacia un ideal, un camino en pos de lo que anhela y aun no le pertenece.
Cada quien da su propia explicación a lo suyo. En ambos casos se trata de la libertad.
La paradoja es que tardamos vidas enteras en darnos cuenta. A veces ni la vida alcanza para llegar a un muelle común.