El silencio, la más constante de sus rúbricas, su mirada de granizo, el brío sordo de su desaprobación.
Torso y extremidades de la metáfora que los define.
Él que se hace ausente dentro del mismo cascarón, dinamita los puentes de la raquítica convivencia.
Ella que construye la puerta imaginaria con desprecios que él suelta, la cierra de golpe para protegerse.
Y viaja de nuevo, como siempre, a la tierra de los otros sueños.