Luna mordida

Vuelven las sombras nocturnas y hoy traen dientes para morder a la luna. Voraces, 

deforman su perfil, 

y aun mutilada ella guarda su belleza. 

Sin importar cuantas dentadas le hinquen, sostiene su brillo. 

Como si nos viera cada noche de viernes detrás de la ventana, 

como si supiera cuantos minutos de solitario silencio gastamos admirándola. 

Adivina la luna que,

a pesar de las formas oscuras que devoran la piel de sus bordes, 

su fulgor y presencia resultan imprescindibles para un puñado de frágiles mortales. 

Y en esta ventana que crece con la noche, 

veo cómo las figuras negras no se detienen en su afán por morder. 

La muerden a ella, muerden a las horas, me muerden a mí.

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