Mi mano en la tuya

Vuelvo de la última conversación, vuelvo con los ojos inflamados, con el rostro hecho agua, con un dolor desconocido. Vuelvo con tristeza a cuestas y el corazón roto, rotísimo.

Amiga me abraza en silencio, toma mis manos. Adivina el estallido antes de suceder, presiente cada secuencia. Mira con una dulzura irrepetible, la suya es serenidad pura.

Sin soltar mi mano, escucha, observa, aguarda. Un agujero se expande como fin de mundo dentro de mi tórax . Ella lo sabe. No dice nada.

Mi llanto se derrama inmenso, exuberante como nuestra juventud. El aire llega y se va, pone a mi pecho a trastabillar. La mano de amiga no abandona el afán de otorgar alivio.

No sé cuanto tiempo ha transcurrido, la luz de la tarde se escapa por todas las ventanas. Ella continúa escuchando, toma mi cabeza, la descansa en su hombro. Sostiene aun mi mano.

El llanto empieza a menguar, el aire amaina su violencia, el tórax poco a poco recupera su sustancia. Amiga guarda en la mirada la dulzura, la elocuencia de quien calla y comprende, de quien calla y sabe sentir.

A los dieciocho años, Amiga conoce bien cómo rescatar a una criatura herida.

No dice mucho. “Pasará”, ni una palabra más. A él no lo menciona.

Amiga migró. Hace mucho otro país la acuna, la ha visto madurar, adaptarse a otras coordenadas. Treinta y seis años han pasado desde que aquel amor me rompió, desde que Amiga acompañó el desencanto con su paciencia, su silencio, su mirada. Su mano.

Sin distancia, jugando con el tiempo, como si una dimensión alterna abriera extraños umbrales, su mano aún sostiene la mía. “Pasará” dijo. Cuánta razón tenía. A él ni lo mencionó. Tanta razón tenía.

Escuché esta tarde cierta canción que nos acompañaba en aquellos tiempos nuestros, tiempos de estudio y asombro y descubrimiento. Reí ante la desbocada intensidad de aquel sufrimiento por un novio que no me quiso más, sonreí por la fortuna de haber transitado la electricidad de la juventud a tu lado. Lo sentí sólido y brillante, nuestro cariño intacto.

Cuánto te extraño, amiga hermana.

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