Casi 48 horas de arder en el infierno, veo formas con alas distorsionadas, a veces tienen rostro y cola, otras son solo pares de ojos que agreden desde mis neuronas,
miradas acusatorias que provocan dolor de alambre espigado.
Nace en un núcleo latente, un cráter de lava que arde en el hemisferio derecho de mi cerebro.
Ríos de sufrimiento negro, denso como petróleo
salen de ese centro hacia la trastienda de mis ojos, hacia mi nuca, se derrama por el brazo derecho, aniquila todos mis equilibrios.
Migraña le llaman, maleficio, titán, monstruo que invita al suicido.