Cuando sos distancia y te sentís distante,
como sendero añejo
de ruta empedrada
transitado apenas por dos
o tres fantasmas.
Cuando nadie mira,
en curioso afán,
a través de las ventanas
transparentes
de tu cuerpo
esperando respuestas.
Cuando ningún alma,
en busca de refugio,
toca las aldabas forjadas
de las puertas que llevas en los labios
y en el pecho.
Cuando te sentís inmersa en un vapor ligero,
compuesto de ausencia y silencios,
rociado por baños que el sol suelta
en dorado disimulo.
Cuando descubrís distancias y fantasmas,
y no sabés de miradas ni roces,
nadie responde
y el sol cubre sombras para engañar
al vacío,
comprendés del todo de qué va la poderosa soledad.
Y te enamorás de su paz.
Un comentario sobre “Camino empedrado (sin otra presencia)”