Amo del sentido común necesito tu piedad. Combate con tu argucia insensible esta embriaguez de pasado romántico musical demente inútil absurdo y peligroso y desconcertante.
Aniquila con tu desapego de hielo esta necesidad de volar. Estrangula esta mala maña de soñar despierta que de contrabando traje desde el país de mi adolescencia. Escucha el tictac de la bomba que se ha instalado en medio de mis tripas.
Maestro del desdén, es serio lo que te pido. Has trucos de sensatez metálica para desactivar este proyectil interior de mariposas en caótico revoloteo. Estoy a punto de estallar. Cada canción y cada recuerdo son pasos de un baile en cuenta regresiva. Sus tambores abaten con ritmos hipnóticos a mis tripas rehenes. Mi sangre vuelve a ser cálida. Danza al compás de sus historias de antes.
Temo caer en un irresponsable estado de despabile que destruya el letargo que me mantiene a salvo y a raya. Temo aun más ser una eterna despabilada en tiempos de eterna prohibición.