¿Qué te inspira?

Me han preguntado qué me inspira, dónde nace mi necesidad por escribir. Para tal pregunta encuentro demasiadas respuestas. Me mueven los temas evidentes: el recuerdo, la añoranza, las gentes que tengo y que quiero y también quienes ya no me acompañan pero que no dejaré de querer jamás. El mar.  Mis hijos con su evolución plagada de sorpresas de gozo o de susto, y los otros niños que con vocecitas y abrazos, dan vueltas alrededor de  mi vida. Las ocurrencias de la gente. Los semáforos. Lo que veo por la ventana. El Volcán de Agua, eterno centinela, las flores y sus cambios, la luna cuando está y cuando no. El cielo que crece cuando se enciende con las mil estrellas, o cuando se oculta en extrema negrura. La música de Falla, Debussy o de Sabina. Canciones de mi niñez y las que entran conmigo a la vejez. Los libros y el regalo que me otorgan cada día y cada noche. Mi capacidad de soñar para evadirme. Los días sin sueños. La sopa de elote.

También están las otras fuentes. Las menos claras, las abstractas.  Lo que veo con los ojos cerrados. Los vacíos que no logro ocupar. Los retazos de quien fui y dejé morir. Los acontecimientos que cambian la vida para siempre, los que generan llanto, los que paralizan, también los que empujan. El asombro ante las formas de las velas cuando se derriten. El fuego poderoso que arranca palabras. Las tempestades.

Inspira la mirada de personas desconocidas que cruzan mis caminos y que alguna historia guardan. Me arrancan deseos por escribir las preguntas que no dan espacio a la respuesta. La muerte, las grietas de la humanidad para hacerlas pequeñas, las alegrías para engrandecerlas. Las carcajadas mudas, sólo mías. Sugieren palabra las voces que dialogan adentro de mí. Las que debaten los cambios del mundo en mi consciencia, las que lloran sentimiento o pena o rabia en mi privado corazón. Las que cuestionan lo establecido desde el centro de mi alma.

Los zapatos gastados de la mujer que lleva todos los días los almuerzos a la oficina, su gesto sudado de tanto caminar por las calles con azafates y tortillas, su afán que no termina. Ahí encuentro historia. Escribo sobre los silencios que se han instalado en nuestra casa, esos que sólo en mí retumban. Nacen poemas para inventar lo que jamás podrá ser. Inspira la débil esperanza de que los logros no alcanzados, o lo que se fue incompleto, no está del todo  perdido, una invocación desesperada sobre papel.

Me inspiran el insomnio, los aromas de siempre, tierra mojada o cebolla frita. El porvenir -el siguiente minuto o el próximo siglo- y sus escenarios infinitos. El miedo y todos sus siniestros colores. El café bebido en soledad.

Y cuando al arrebato por la letra lo acompaña la osadía, cuento acerca de aquello que se supone no debe escribirse, porque transgredo fronteras prohibidas. Palabras de denuncia o de lamento, urgentes  para exorcizar y salvar y salvarme. Lo escribo en letra pequeña y privada, pero ya no dejo esas ideas en el espacio porque ahí se evaporan y eso sería deslealtad para mi espíritu. La mía, mi particular e irreverente iluminación,  sostiene a la más primitiva de mis necesidades.
La inspiración está en el aire, está adentro y también vive afuera de todo. Habita el agua, llegó en mi sangre.

2 comentarios sobre “¿Qué te inspira?

  1. Que interesante…su inspiración está en todo. La luna en todas sus fases, la salida del sol, los atardeceres con la caída del sol detrás de esos majestuosos volcanes del sur occidente, algunos dormidos y otros muy activos….. 🙂

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