Le ha nacido barba

A mi niño le ha nacido barba en el rostro. Se le forman sueños galácticos adentro y su hablar dejó atrás la adolescencia. Su esencia es clara y burbujeante, como el agua mineral. Su charla borró fronteras, sus posturas también. ¿A qué hora sucedió esta metamorfosis en su alma? ¿Cuándo empezó a brotar en su mente esa particular filosofía? ¿Dónde quedó mi pequeño que jugaba a ser hechicero con capa y caldera y música?   Hubo una vida en la que nos hacíamos nudito viendo «Lo que el viento se llevó».  

Otras ventiscas, invisibles pero reales, se llevaron para siempre aquella vida. Su voz de pequeño, su presencia constante bajo mi ala de gallina. Mis pollitos se declararon en franca fuga. Se fueron de la niñez que sostenía mi ánimo y marcaba el ritmo de mi vida. Son hombres de un siglo distinto al mío.

 ¿A quién le pidieron permiso para tal transgresión? A ellos mismos, supongo. Asuntos evolutivos que aun escapan a mi entendimiento. Su universalidad tiene, para mí, todavía algo de ajeno, no he terminado de descifrarla.