Llega vestida de certeza,
sabes que no es concepto vacío
y te llena el alma de tormentas.
Realizas que pesa todos los kilos del universo.
Con los ojos cerrados
te das permiso de sentirla en cada célula.
La pronuncias a viva voz.
«Nunca»: palabra corta y grave,
poderosa como pocas,
dos sílabas egoístas.
«Nunca volví a sentir tu presencia sólida,
jamás volveré a ver tus ojos serenos…»
«No sentiré más tu piel de gloria,
ni escucharé la campanita de tu voz clara…»
En un momento la vida cambia de manera rotunda,
déspota, y nacen los nunca más.
Certidumbres se rompen para siempre,
como si fueran cristales.
Nunca.
Cuánto dueles palabra pequeña…