De texto en texto he aprendido a leer de todo un poco. Desde los clásicos que lo son para todos, hasta los clásicos que lo son para mi personal universo de letras. Poesía, imprescindible y salvadora. Novelas, escritas con textura y relieve. Humanas, inteligentes, con estructura y contexto. He devorado también tratados de finanzas, porque a eso me dedico y es preciso no quedarme en pasados obsoletos. No han faltado ensayos sobre la vida, sobre la muerte y lo que se acomoda en medio de ambas.
Pero además de libros aprendí a leer personas, cuando lo permiten. Poco a poco abro sus mejores páginas, todos las tienen. Leo su historia en ojos y voz, adivino en su ánimo y propósitos lo que aún no han escrito.