Me preguntas porque voy por la vida escribiendo “cosas”, podría darte un abanico tan grande de respuestas que resultaría aburrido. Pero hay un par de razones vitales, y aquí te las entrego.
Al escribir revivo a mis muertos, viajo al pasado, y vuelvo a sentir lo que me regalaron aquellas vidas y aquellos días. No regresarían si no los invoco al escribir. Con el teclado me puedo enamorar de nuevo: de alguna idea loca, de un sueño, de un recuerdo, del futuro y de la vida misma. Al escribir bailo, escucho música y rindo homenaje a la poesía, todos ellos son recursos básicos para sentir a corazón completo.
Si escribo renazco, y a la vez me protejo de soledades, estancamientos y otros demonios. Si no lo hago, si no construyo frases y las escupo en papel, un pedazo mío podría morir. Escribir es, después de todo, una medida –desesperada a veces– para seguir adelante.