Escucho música ochentera y me azota una manada de recuerdos tan intensos que se desordena completo el equilibrio.
No hay fórmula humana contra las afrentas de la nostalgia. Los más dolorosos son los recuerdos de las osadías que no supimos emprender.
Las oportunidades de expandir la experiencia vital en la aventura, en lo desconocido, en ventanas que no nos atrevimos a abrir, son pérdidas que no se mencionan. Y en su silencio construyen un duelo perpetuo.
No hay forma de hilvanar la vida hacia atrás. Dejamos ir inmensas curiosidades sin acariciarlas. No importa cuan descabelladas hayan sido entonces, se fueron y con ellas partieron posibilidades de que la vida sorprendiera nuestra cotidianidad con el regalo del asombro transformador.
La música de entonces alberga inquietudes que no supimos complacer. Historia adentro sabemos, faltó coraje para romper los moldes.
Benny Mardones lo lamenta en Into the Night. Yo también.
https://m.youtube.com/watch?v=sb8lrVzN7I4
Tus palabras y esta canción me han transportado a mis dieciséis años. Gracias!
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Isa,
Gracias a ti por leerme, construyes cercanía.
¡Un abrazo!
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