Elizabeth Bishop, Anna Ajmátova, Marina Tsetáieva y Mario Payeras. Un collar de poemas ha sido mi sitio durante estas últimas noches. También Emily Bronte y Miguel Hernández. La novela de S. Hustvedt, en paralelo, antes de la hora sueño.
La mañana la llevo poblada por trabajo porque somos de los que no pueden cerrar. La tarde me pilla cuadrando cifras que hablan de tiempos inciertos, así va mi quehacer.
Cada recoveco de mi mente es una habitación agitada, cómplice en mi batalla contra la caída al pozo. Cada poema y cada problema, resuelto o no, apunta a un único intento. Sí.
Mi cerebro da un sinfín de vueltas para no volver al mismo sitio, a la construcción mental que guarda una verdad hoy inalterable. Mi hijo se quedó del otro lado de la pandemia.
