A ti que eres compañía única
este domingo de lluvia y horas lentas.
A ti que te me has metido dentro
en la sangre y en la piel
también en el letargo largo del alma.
A ti que con hechizos invisibles
transformaste
mi desasosiego en serenidad.
A ti que me has enseñado a escuchar
esa música oculta que
bajo el bullicio de la rutina
paciente aguarda.
A ti que me has mostrado
colores distintos
cubiertos por multitudes desordenadas,
y palabras agazapadas
debajo de conversaciones sin destino claro.
A ti que me has enseñado a disfrutar de mi presencia a secas,
A encontrar trucos de magia
en el aire
para inventar imágenes con barnices o con palabras.
A ti que transformaste
la otrora devastación en gozo sereno,
en calma
y en horas colmadas de creación.
A ti gran señora,
señora de sabiduría,
a ti, Señora Soledad,
rindo el más rotundo homenaje
transparente…silencioso.