Cada quien se quejaba de sus desórdenes anatómicos. De los asuntos que en el cuerpo que Natura nos dio, a nuestro inconforme parecer son o muy grandes, o muy pequeños, o muy raros. Me incluyo. Mujeres todas, claro. Era un vestidor en una boutique. La vendedora parecía un híbrido entre hada madrina y bruja buena. Dulce y narizona. Delgada, de edad indefinida, pero con más años en el por atrás que en el por delante. Usaba enormes anteojos redondos, de grueso lente. La voz y el andar, su actitud de venta y de “have fun” eran la parte de hada. Su nombre Ellen. «Call me Elenita» dijo. Flotaba por la tienda de aquí para allá buscando prendas mágicas que desaparecieran los desórdenes de su frustrada clientela.
Me quejo –siempre me quejo- de que los diez centímetros que le faltaron a mi eje vertical –columna, cuello o piernas, ¡dónde fuera!- le sobran a mi eje horizontal, abajito de la cintura. Porque ahí, justo en las caderas se acomodaron los centímetros que fueron arrebatados a mi estatura, pero hacia este y oeste. Y sobre esa osamenta que parece cercha para colgar bufandas, se acumula mi ingesta calórica completa. Así las cosas, la talla que uso cintura arriba va acorde a mi escaso metro sesenta y tres. Cintura abajo, en cambio, estaría bien, si midiera uno ochenta. Pero bueno.
Alguien más se quejaba de otros tamaños corporales y equivocados. Entonces, al escuchar las lamentaciones en los vestidores, «Call me Elenita» llamó al orden.
Uno: “enjoy your body while it lasts”.
Dos: “is it healthy? Well then, is just as it was supposed to be” me divertía cómo lo decía, nos hizo reír.
Tres: “who cares, really?” Un silencio.
Luego contó una historia. “My friend”-dijo- se quejaba mucho de su dimensión mamaria. Iban de compras y regresaba enojada. “Long story, short story: she ended up with breast cancer.” Se me borró la sonrisa. Las quejas no castigan, pero evitan el “have fun”, el “enjoy your body” sabrá nadie cuanto tiempo lo habitaremos. Y como sea, no hay mucho que pueda hacerse, en mi caso al menos. La estatura se acomoda con tacones. Las caderas y “vecinities”, no tengo idea, y a estas alturas, bueno, la única que “cared” era yo. (past tense).
Uno: “enjoy your body while it lasts”.
Dos: “is it healthy? Well then, is just as it was supposed to be” me divertía cómo lo decía, nos hizo reír.
Tres: “who cares, really?” Un silencio.
Luego contó una historia. “My friend”-dijo- se quejaba mucho de su dimensión mamaria. Iban de compras y regresaba enojada. “Long story, short story: she ended up with breast cancer.” Se me borró la sonrisa. Las quejas no castigan, pero evitan el “have fun”, el “enjoy your body” sabrá nadie cuanto tiempo lo habitaremos. Y como sea, no hay mucho que pueda hacerse, en mi caso al menos. La estatura se acomoda con tacones. Las caderas y “vecinities”, no tengo idea, y a estas alturas, bueno, la única que “cared” era yo. (past tense).
Lo mejor fue a la hora de despedirnos. Resulta que la bruja-hada-magnifica vendedora es ávida lectora. ¿Y qué creen? Coincidimos en lecturas, y por supuesto nos sugerimos nuevos libros. Gozada de rato con «call me Elenita«.