Sobre una torre había una mujer, de túnica blanca, peinándose la cabellera, que le llegaba a los pies. El peine desprendía sueños, con todos sus personajes: los sueños salían del pelo y se iban al aire.” Eduardo Galeano
Y ayer se nos fue Galeano, para engrosar la fiesta de los poetas muertos y vaciar de apoco el espacio terrenal, indispensable, en el que tanto brindan. Versos. Opiniones desnudas. Y amores descritos para taladrar al corazón. De colores y sabores. No se valen esas muertes. Los poetas deberían ser inmortales.
Lo que escribí cuando murió Juan Gelman, en el 2013. Y si lo repito es para despedir al gran Galeano…
EL CIELO DE LA POESÍA
El día en que murió mi novio poeta, Mario Benedetti (19 de mayo 2009), pensé mucho en la historia de la poesía. Estaba triste, muy triste y escribí lo que sigue. Ayer se les unió en el cielo de la poesía Juan Gelman y su corazón de violín. Los poetas deberían ser inmortales.
Si existe el cielo de la poesía, hoy preparó gran fiesta para dar a Mario la bienvenida de su vida, o mejor dicho, por su muerte. Imagino que en la puerta estaban parados, con sombreritos de colores y espanta suegras, Neruda y Sabines. Con algún verso nuevo lo abrazaron. El salón fue adornado con mil poemas, se escuchaba la voz de Bécquer el antiguo, quien conversaba con Machado. Don Miguel de Unamuno, serio y satisfecho por el nuevo miembro del Club, le estrechó la mano con calor. Conversaba con Pedro Salinas (mi otro novio). Federico García Lorca no se quedó atrás y le regaló un abrazo de sonrisas.
Las chicas no podían faltar: Gabriela Mistral con su falda larga, Dulce Loinaz y su mirada de profundidad perdida y Alfonsina Storni, quien todavía olía a sal marina cuando abrazó fuerte a su amigo uruguayo.
Claro que se encontraban otros fantasmas de las letras, no podía ser de otra manera. Cortázar y su inseparable cigarro, Borges con sus grandes silencios, Alberti, Martí y tantos más, recibieron felices al nuevo huésped. No creo que en la tierra hayan coincidido, pero nuestro Miguel Ángel Asturias también fue invitado a la bienvenida, el habita el mismo cielo.
Así es como nació el Club de los Poetas Muertos: en la imaginación de quienes los amamos y necesitamos para sobrevivir.
Y hoy, se llevaron a Galeano. Los poetas deberían ser inmortales.