«¿Qué le pasa a esa señora?» le pregunta con disimulo Barbie 1 a Barbie 2. Como si fuera saltamontes, brinca de ventana en ventana. Toma una, dos, trescientas fotos. Platica sola. Después habla en español a un señor de barba. Él sonríe, levanta un par de segundos la vista, vuelve a su computadora. Ahora le habla a su hijo adolescente y adormilado. Él frunce el ceño, masculla palabritas, cierra sus ojos. Regresa a sus sueños.
Ella continúa el rito de los brincos. Asombrada. Las Versace Barbies ven con curiosidad el morral de colores que lleva la señora. ¿Qué le pasa? ¿Quién toma tantas fotos por las ventanas? No saben estas guapuras con cabello de anuncio y bolsos Gucci, que la señora del morral es chapina. Lo ignoran, pero es la primera vez que viaja en tren de un estado a otro. No imaginan que el otoño la enamora, no pueden sentir cuánto.
Jamás entenderán, estas elegancias cosmopolitas, por qué a esta mujer pequeñita y trigueña, se le escapa por todos los poros, el alma ante tanta belleza…