ÁNGELES

“No podemos jugar a ser Dios. En todo caso, somos parecidos a los ángeles. Solo podemos acompañarlos” esto me lo dijo un gran amigo. Hablábamos sobre la impotencia que sentimos al querer proteger a nuestros hijos, más allá de nuestras humanas y mortales capacidades. Vemos que hagamos o deshagamos, el camino de nuestros niños no es el nuestro.
Ellos deciden, ellos eligen, y generan sus propias lecciones. No importa mucho que canción les cantemos. Hay días, en los que de verdad me gustaría tener alas de ángel, para abrazarlos y librarlos de las sombras de la vida. Me río de mi misma, a veces se me olvida que es imposible. Y sé que si fuera así, no aprenderían jamás a patinar en esta existencia y su pista de curvas, pendientes y desfiladeros.

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