Conocí a Ángeles Mastretta y sus personajes de pasión y arrojo hace muchos libros y años. Podría jurar que esta frase la leí en «Mal de Amores» uno de sus libros que más fascinación provocó en mí.
Lo leía mientras le daba de comer a Adrián, esas noches fueron inolvidables. Me convertí en malabarista experta de libros, compotas y pachas. Cuando me conmovía alguna frase o fragmento, lo leía en recio, para que mi bebé lo oyera. No entendía nada mi colocho, pero le daba risa mi entonación.