Nuestra identidad se define –en gran parte—por el camino que hemos recorrido. En este paseo por la vida, nos han acompañado amigas y amigos, maravillosos e inolvidables, que le han dado risas y color. Están aquellas amigas con las que jugábamos jax en los recreos y muñecas por la tarde. También, los amigos del kickball y las excursiones –¡alegrísimas!—de la primaria. Con baqueta en mano y buenos… cuates, martillábamos la marimba en el colegio. Juntos, la hacíamos cantar. ¡La pasábamos de lo mejor! ¿Cómo olvidar nuestros debates sobre qué pasaría con Lito y Valeria?
De repente y sin darnos cuenta, a medio camino, atravesamos el umbral de la niñez a la adolescencia. El recuerdo de esta época –la mejor de todas:)– no sería el mismo, si no la hubiéramos vivido en compañía de nuestros ocurrentes y hasta temerarios amigos de fiestas, Skateland y La Crepe. Escuchar una canción, puede que nos recuerde eventos o épocas, pero siempre trae a nuestra memoria a personas queridas.
Cuadernos con corazones, los versos de Bécquer y redoblantes de marcha, nos hablan de nuestra feliz secundaria. ¿Qué decir de las amigas de hobbies? ¡Inolvidables! Imposible borrar de la memoria castañuelas, faldas y tacones, bailando al ritmo de sevillanas en nuestras eternas clases de flamenco.
No seríamos quien somos, sin lo que nuestras amistades nos regalaron. Hoy rindo homenaje a todos estos amigos y a los momentos que compartimos. Celebro su vida y agradezco que formen parte de la mía. Deseo hoy –y siempre— que los besos, abrazos y el amor los acompañen.