Existe en el ritual de la cocina un encanto casi sobrenatural. Habita la cadencia que surge al picar. Baila en la perfección circular que dibuja volutas sobre salsas satinadas, se eleva en los aromas, nuevos o históricos.
Flota en el aire que lleva y trae la premonición de los sabores. Se escucha en el tic-tac de un reloj que ocupa lánguidos minutos con ceremonias culinarias.
Es un rito que salva, que transforma, que interrumpe tedios, que da sentido a los agujeros, que invoca sitios o pasados, es una danza que eleva.
Apasionada por la literatura, las historias, la poesía especialmente, así me defino. La palabra, ese maravilloso instrumento, me explica el mundo. Mi formación profesional es en el área financiera y en gestión de negocios. Mi locura es escribir y claro, también leer. Ya sea con números o con palabras cohabito dentro de un mismo ser, descubrí un balance en el que me siento a gusto, es un sitio que me salva. Tengo la certeza de que la creatividad es necesaria en todos los universos: los números, los versos y las historias, la vida...
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