Un insomnio apabullante
más pesado que mil sueños incomprensibles.
Un libro que no quiere dejar mis manos
ni mis ojos,
docenas de pensamientos desordenando mi mente en vigilia,
el descanso fracasado
y la Canción Triste en la Sinfonía No. 6 de Alla Pavlova.
La más rotunda contradicción.
Acaso ella sintió el mismo plomo del no dormir atravesando todas las oscuridades.
Y escribió para violines
este milagro
en una tempestad seca,
nocturna,
larga y solitaria,
tan parecida a esta que se niega a morir.