Los veo en un rincón a media sombra cuando paso por su esquina en la 14 avenida Y 4ta calle. Es una escuadra de calles que recorro varias veces al día. Conduzco despacio, llevo el alto. Y siempre veo flores. Noto que fueron segregados. Son dos girasoles. Tan tristes como su triste amarillo, se acurrucan entre sí. Un abrazo de consuelo a medias.
Despeinado uno, medio calvo el otro, sus cabezas son pura desolación de pétalos y de compradores. Con la mirada puesta en el asfalto hacen como si no se dan cuenta de que la gente prefiere a las otras flores del puesto. Compran herberas fucsia y naranja, docenas de rosas. Llevan claveles. Compran a los otros girasoles, los gordos y dorados y frondosos. Pero en ellos nadie repara. El vendedor los ha arrimado a un fondo de lámina para que no rompan la armonía de su puesto florido.
En el abandono de la sombra agachan su tallo, ya no es al sol a quien buscan. Tanto, que con el torso cansado lucen aun más frágiles, como si fueran soldados en un mal final. Resignados aguardan dentro de su cubeta sucia de Sherwin Williams. ¿Qué aguardan? Observan con vergüenza cómo adoptan a sus compañeros más graciosos, cómo los visten con celofán y listón.
Me han dado la vía y debo continuar. La bocina del caballero de atrás me dice que no hay tiempo para compasión. Seguramente no se percató de la cubeta que ya no es blanca, ni de los escuálidos girasoles que perecen dentro.
Tantas agonías suceden en este planeta, tanto torso vencido por los años, los meses o los días, porque es el tiempo quien se encarga de cambiarnos de cubeta.
Pocas horas después paso de nuevo por la esquina de láminas. La cubeta está vacía. Los girasoles frondosos que no se fueron hoy serán los nuevos viejos de mañana. Los doblados y despeinados. Todos los días nacen nuevos abandonados. Girasoles y claveles y también seres humanos.
Pocas horas después paso de nuevo por la esquina de láminas. La cubeta está vacía. Los girasoles frondosos que no se fueron hoy serán los nuevos viejos de mañana. Los doblados y despeinados. Todos los días nacen nuevos abandonados. Girasoles y claveles y también seres humanos.