Y estamos las siempre huérfanas.
Las que hablamos con el padre muerto.
Las que lo lloramos porque
hizo falta vivir tanto juntos
Las que quedamos con sed de consejos,
con vacíos en los días,
con momentos de rescate paterno
que no llegaron jamás
Somos mujeres que cojeamos
porque la muerte mutiló
nuestra extremidad paterna
Mi muleta son las letras, las palabras.
Con ellas recuerdo, invoco.
Escribo frases y versos para
resucitar a mi muerto
Hay quienes usan barro
como bastón para ahuyentar
a la oscura tristeza.
Inventan esculturas
para exorcizar su ausencia
Otras desnudan la pena
en un lienzo y sus colores.
El pincel es la voz que habla
al padre-fantasma, traza belleza,
dibuja pureza, para llorarlo o
para celebrarlo, para que vuelva
Están las que cantan y
escriben con lágrimas
o con ternura o con ira
melodías al padre ausente
Cada una lo busca y lo encuentra
y lo abraza como puede.
Nunca es suficiente,
permanecemos mutiladas