Y aquí en la tele ven a una mujer con el cuerpo entero tatuado, con la memoria borrada, cada dibujo un misterio por revelar. Difícil porque ella no se acuerda ni de su nombre. Muchos balazos y bulla atroz. Los buenos son los malos, pero no, hay otros malos, y se hacen pasar por buenos. Y siguen haciendo tanto ruido con las pistolas y los carros y los gritos. Pongo tapones en mis oídos, audífonos con música que trace distancia porque ¡quiero leer! Pero la muy hermosa mujer tatuada arriba y abajo, decorada por delante y por detrás, que tiene turnio a este señor, no deja de disparar. Y mi señor turnio está aferrado al control de la tele para no perderse un solo tatuaje.
¡Tanta violencia, tan estridente! No hay audífono que aísle semejante estruendo. ¿Quién puede escuchar el viento y el mar o el diálogo de un buen libro si este monumento tatuado y sus compinches no dejan de interrumpir con su bélico escándalo? Ah… cine mudo, ¿por qué no vuelves a la vida con tu pacífico silencio?