Mi niña

Esa niña que no llegó a mi nido, esa chiquilla por quien tanto pedí, fue sabia. Antes de nacer supo que su mejor lugar no sería este. «Las almas escogen a sus padres» reza un romántico disparate. Ese misterio será eternamente misterioso.

Y aunque han transcurrido tantos años y han sucedido asuntos de todo tipo en mi pequeña familia de hombres, con frecuencia me interrumpe el monólogo que sucede en la parte más sensible de mi mente. Y me sorprende. Porque aún en esa parte mía que acumula melancolías y construye futuros, siento curiosidad por la pequeña que jamás llegó a mi vientre. Esa curiosidad no deja de llevar una notita de tristeza, a lo mejor es una notita de enojo.

¿A qué familia habrá llegado mi niña que no fue mía? ¿A quién iluminó con la lección universal de la ternura? ¿Por qué siento el dolor en su agujero vacante, aún tan fuerte, aún tan grande? Si conozco la razón de su ausencia, si guardo esa certeza en la claridad de mi consciencia ¿por qué será que mi sangre la extraña tanto? 



                             

  


Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s