El problema no es que Adolf haya vuelto a nacer. La tragedia es que su pueblo le otorgó poder. La raza humana repite errores. Una y otra vez. Minorías recen o invoquen: “America great again” no los incluye. De política sé poco, de historia conozco lo suficiente para tener miedo. Algo así sucedió en la Alemania de los años treinta. Todo empezó con discursos incendiaros. Y existen muchos tipos de holocausto. No sólo de hornos y experimentos y persecuciones o estrellas amarillas. Existen otras formas de exterminio: almas anuladas, voces repudiadas o silenciadas, pedradas, rechazo. Los muros fueron asunto medieval. Y en los últimos meses se ha hablado mucho de erigir una fortaleza.
Política aparte –¿quién soy yo para hablar de política?– siento temor, simple y visceral.