No me pidas que entienda de violencias o que justifique impaciencias o que cierre los ojos para borrar las esquinas y el filo de las agresiones. No me pidas que no sienta. ¡No puedo, que no puedo! Porque esos malabares inhumanos de la indiferencia no salen de mi cuerpo, ni de mis tripas, mucho menos brotan de mi alma rota. Si algo sale y brota y grita son lágrimas. Pero nadie escucha, nadie bebe la sal de tal tristeza.
Hoy revivo «El Tiempo de las Mariposas»…
