Inventar un sábado a media semana. Usarlo para escapar al puerto con las meras meras, las mejores amigas de toda la vida, resultó ser una experiencia de antología. Hubo carcajadas, filosofadas y comida rica. Un oasis delicioso para partir rutinas, para respirar y comer helado.
Y como si fuera poco, regresar cantando ochentadas a todo pulmón, como cantábamos antaño, sin pena ni trabes, simplemente no tiene precio!
María Conchita y Dulce se perdían debajo de nuestras melódicas voces, debajo de nuestra intensidad, de nuestra necesidad de gritar juntas.
Gracias Yayas!!