Qué sucede cuando una señora que sobrevive entre las cuatro y las cinco décadas cena chow mein sin recato, y no conforme, lo baña en salsa de soya?
Pues que al día siguiente, la pobre mujer con sus cuarenta y muchos encima, amanece china. Tan china como el chow mein que a mala hora devoró, tan achinada y asustada como la que se perdió en el bosque de Enrique y Ana. Tan china por causa de dos párpados hinchados, que no se atreve a ver su reflejo extraño en el espejo.
Nada de sodio para señoras víctimas de la transformación hormonal, los líquidos se le multiplican. Sin remedio.