Arnoldo Gálvez Suárez, Editorial Sophos
“…un relato es un conjuro o una plegaria.”
A Arnoldo Gálvez lo conocí en Puente adentro. En aquella ocasión quedé cautivada por su construcción de imágenes, por cómo las sostiene con reflexiones muy particulares sobre las vulnerabilidades de la condición humana. Con este libro la experiencia ha sido más intensa.
Alguien bailará con nuestras momias son tres novelas reunidas en un solo libro. Breves, compactas, cuidadosamente edificadas, de inusitada profundidad. Tres novelas completas. Arnoldo tiene la virtud de construir historias habitadas por otras historias que, a lo largo de la lectura, cobran sentido en la intención de la narración principal. Con impoluta prosa abre anchos caminos.
Adrenalina y curiosidad convergen en una electrizante travesía lectora.
En Alguien bailará con nuestras momias la cercanía y pulcritud de su narrativa me atrapó en los primeros párrafos. Fue absoluta seducción. Entre otras cosas, me enganchó porque habla de la Guatemala que habito y siento. En la primera de las novelas, “La era glacial”, bastó leer algunas páginas para comprender, para sentirme dentro y recordar. Con bastante certeza pienso que habla de julio del año 2011. Conozco los lugares, los acontecimientos, el matiz de las canciones. El protagonista es o representa a una figura icónica en Iberoamérica. Ficción y realidad juegan a encontrarse, juntas crean un relato inspirado ¿o no? en un acontecimiento inaudito.
Con equilibrada textura, Arnoldo es capaz de combinar ternura y fragilidad con sordidez y crudeza. Esta particularidad de su escritura está presente en las tres novelas. En “La era glacial”, quizás, con más contundencia.
La segunda, “Para eso están los amigos”, es una persecución. El lector es perseguido, se mantiene en vilo ante los acontecimientos, hay suspenso e incertidumbre. No hay escape posible.
Sin embargo, más allá del hilo conductor principal, la novela contiene historias satélites de los mismos protagonistas que se erigen como pilares fundamentales, sostienen y dan sentido al argumento central. Violencia, política, pasión y celos conviven, se nutren unos a otros. El tiempo cambia de cadencia y de lugar. Un trabajo ambicioso y complejo, bien logrado.
La tercera novela “Todo lo que no se sabe” está habitada por muertos que no terminan de estarlo. Un drama familiar marcado por la violencia, carencias y desencuentros, entrelazado con una historia inverosímil contenida a su vez dentro de otra historia, incendia sin tregua la curiosidad del lector. De nuevo, los escenarios tan conocidos por los guatemaltecos, las calzadas, los barrios y su parafernalia, atrapan dentro de su bien construida atmósfera.
Cada una de las novelas es protagonizada por personajes plausibles, cuidadosamente construidos. Seres plenos de contradicciones, dolores y afanes. Un poderoso, señor en oscuros ambientes sucumbe ante las imbatibles fauces de la enfermedad. Una mujer, más vulnerable y rota de lo que aparenta, cruza una línea de sangre. Un niño se obsesiona hasta la sinrazón por la imagen del único momento en el que vio a su madre con vitalidad y alegría. En “Alguien bailará con nuestras momias” cada personaje es en sí mismo un relato.
El título es una atinada selección, escena símbolo de una de las novelas. Aparece justo en donde cobra sentido.
Lo grandioso de cada una de estas novelas es lo que queda entre líneas. Es como si el autor quisiera que aun después de terminar la lectura, permanezcamos dentro de cada historia. Y lo logra.
Las palabras ausentes surgen en el imaginario del lector con absoluta contundencia. Desenlaces plausibles subyacen sin necesidad de párrafo. Son finales abiertos perfectamente cerrados.
