El hombre de enfrente fuma
despacio
como si buscara vida
en su ritual de boca y aire.
Su ceño
fruncido
cuestiona a los fantasmas de humo
que salen por sus labios.
Él fuma,
yo leo,
desde la otra orilla.
Mi ceño
fruncido
también cuestiona fantasmas.
Cada mañana,
el hombre de enfrente,
solitario,
en silencio con sus fantasmas.
Cada mañana,
la mujer del otro lado,
solitaria,
en silencio con sus fantasmas.
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Publicado por nicteserra
Apasionada por la literatura, las historias, la poesía especialmente. La palabra, ese maravilloso instrumento, me explica el mundo. Mi locura es escribir y, por supuesto, también leer. Tengo la certeza de que la creatividad es necesaria en todos los universos, los versos y las historias, la vida...
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