Flamenco para atizar el fuego

De acuerdo. Hay  en esta locura por el flamenco, en este ejercicio a destiempo, una pincelada de absurdo. Pero es más denso el brochazo que pinta el gozo de bailarlo. 

Aquella facilidad adolescente para memorizar pasos, la coquetería que brotaba de un cuerpo recién evolucionado,  mi joven y despreocupada energía, son todas hoy piezas de museo. Pero insisto.

Es la vida y su forma de azotar la que empuja a que lo intentemos de nuevo. Volvemos porque buscamos cuerpo adentro aquel fueguito atizado por la juventud. Y es que el flamenco es un frasco que resguarda diversas fragancias. Es disciplina, reto, pasión, movimiento, complicidad…es un nudo de buenos recuerdos, fueguito incluido.

Aunque el paso se dificulte y la pericia se afloje, la sensación de estar plenamente viva durante trozos de tiempo medidos en compases, vale cualquier atisbo de absurdo. 

Bailar flamenco es un ejercicio que aporta sal, pimienta y un no sé qué a esta escurridiza existencia. Hoy que se celebra el Día Internacional del Flamenco, hoy que estoy aquí viendo cómo se termina otra semana, escuchando música y  el viento de noviembre, agradezco al desparpajo atrevido de mi edad por  permitirle todavía al cuerpo girar y zapatear, aunque ya no se asome vestigio alguno  de aquellos movimientos de antaño. Olé y olé.

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Mundos diversos, historias en todo

Voy por la vida contando historias. Las escribo. Anécdotas mías o de los míos y de quienes me confían las suyas para colocarlas con cierta gracia en las repisas de un texto. 
Otras narraciones son ficciones que me nacen en los remolinos de la imaginación, cuentos que cada semana se derraman sobre una mesa rodeada de cómplices en este regusto por la palabra. Juntos llenamos tres horas de tentativas literarias. 
Construimos pequeños conatos, frase sobre frase, por la devoción que profesamos al arte de narrar. Y somos felices por el simple hecho de continuar en el intento sin grandes ambiciones. Estamos enamorados del oficio de escribir.
Durante una conversación en un ambiente de literatura, alguien preguntó cuál es mi profesión. Le conté que me dedico a las finanzas. Fue una respuesta transparente y precisa. 
—Nada que ver con estos sitios donde siempre te encuentro— respondió mi interlocutor a esta mujer que abrazaba una torre tambaleante de libros a punto de derrumbarse. 
Después de poner orden en la Eiffel de lecturas, y de sonreír, le revelé la peculiar forma en la que aprendí a ver mis mundos, a conciliarlos.
La jerga numérica-contable que leo y escribo en horas hábiles, también cuenta historias. Son cíclicas, a veces disonantes, pero poseen argumento, personajes, nudo y cadencia propia. Ni  hablar de desenlaces, en este código de transacciones, los finales tienen diversas y dispersas posibilidades.
Durante las treguas que me permite el ejercicio profesional, pienso en historias para luego escribirlas. En el proceso, encuentro el misterio de la creatividad en una red de pelotas de colores, en una tienda de barrio, en un concierto de granizo tamborileando sobre tragaluces y hasta en una caja de cereal vencido. Esa facilidad de hallazgos múltiples mantiene mi otra mirada en funciones. 
Sí, me gano la vida sumando, restando, cuadrando y cuidando. En el quehacer de flujos, balances y proyecciones, descubro relatos con significado. Y aunque suene a disparate, encuentro cadencia casi musical en gráficas que narran acontecimientos sobre una línea del tiempo que envejece sin remedio, y veo poesía aritmética en las imágenes de cifras bailarinas que suben y bajan para mostrarme el mensaje clave de su historia.
Mis mundos no son del todo ajenos, habitarlos en simultáneo abre de par en par ventanas nuevas en la casita de mi imaginación. Cada día entran más y más ases de luz que transportan ideas de todo tipo. Soluciones para el mundo práctico, inspiración para el quehacer artístico.
Dos fuentes de creatividad distintas irrigan mis surcos, a veces más. Un regalo que sucede hoy sí y mañana también, son bellezas que nunca se repiten.

Nominación al Blogger Recognition Award

ME HAN NOMINADO PARA EL BLOGGER RECOGNITION AWARD 2018


La ingeniosa Yolanda Gil de El arcón de las 1000 cosas, http://elarcondelasmilcosas.blogspot.com/
ha tenido la amabilidad de nominarme para el Blogger Recognition Award 2018, y yo no me la creo aún. Mi agradecimiento inmenso, Yolanda. 



De la mejor forma que sé hacerlo, con palabras, agradezco la amable nominación que hace a este espacio de textos variopintos en donde puedo ser toda yo, contundente, palabra a palabra.

Por amor a las palabras nació hace muchos años. Nació en mi imaginario, en cuadernos y en archivos que aún no veían la luz del ciberespacio. Estrenó su primer viaje en blogger en el 2012. Desde el principio ha sido un cuaderno en donde he compartido poemas, ensayos, declaraciones de amor o desamor a la naturaleza, a vivos, a muertos, al tráfico,  a las estrellas. He contado anécdotas, rendido homenaje a quienes endulzan mi vida y la de otros. Con palabras, he tratado de explicarme lo incomprensible. Escribiendo he llorado al tiempo, me he peleado con él, hemos hecho las paces, he llorado a mis muertos. Incluyo imágenes que en su gran mayoría he tomado yo misma. La fotografía es otro tipo de tinta. 

Por amor a las palabras no es precisamente una estrella de rock. Tengo muy pocos seguidores, contra eso nada. Serán los que son. Y por leer lo que leen estoy agradecida. Mi oficio en la escritura es un ciclo de temporadas. A veces escribo a diario, otras un par de veces al mes. El ánimo manda, ya saben, una que se hace de bolas. Muchas entradas, muchísimas, están en borrador. Espero a tomar la fotografía perfecta para ilustrarlo, o un arranque de sentido común para que se haga la luz, o espero a saber qué estoy esperando para hacerla pública.

No he aprendido a ver con exactitud cuántas visitas he tenido, creo que por no defraudarme. Las estadísticas arrojan 43,900 y pico visitas. Ve tú a saber cómo miden eso. Para la cantidad de años y entradas no sé decirte si es mucho o poco o una vergüenza. En fin, ¿Quién está contando? Lo que sí sé con la certeza de todos mis años, es que escribir para mí es hacer acto de presencia cuando tiendo a desaparecer. Escribir es un medio de liberación, de creación, un espejo, un tren y una herramienta de construcción. Las palabras poseen el don mágico de tender puentes. Escribir es para alguien con un interior complejo, repleto de pensamientos y disparates, la mejor manera de ordenar todas las alcobas. 

El mejor consejo que puedo dar a los blogueros es que no desistan. Escriban por lo menos una vez a la semana… o dos. Si no están claros del contenido o a gusto con el ritmo de alguna entrada, déjenla en borrador, que repose un tiempo. Pero no se abstengan de escribirla. Sean sinceros, no teman al llanto, ni al sarcasmo, ni a las carcajadas. No se limiten cuando necesiten ventilar temas escabrosos, si la tripa de escritor los induce a compartir alguna denuncia o injusticia, deben escribirla. De lo contrario será un fantasma que los espantará todas las noches. 
Sientan la bengala que estalla en el pecho cuando han terminado un texto que llevaban en la espalda hace algún tiempo. Sientan la música que emana de una entrada escrita con artesonados y fuentes. Sientan. Sientan. 



No llego a 15, pero aquí se las dejo.

Nominaciones:

1. Yolanda Gil   http://elarcondelasmilcosas.blogspot.com/

02 Patricia Fernández       Patricia Fernández

03 Sandra Sánchez          Letricidios Premeditados
04 Las Hadas Verdes             Las Hadas Verdes
05 Juancho Plaza              La levita del lagarto
06 Lluis Talavera                Todo cabe
07 Pilar Posada      Poemas Urgentes
08 Ana Prados       Dama de Picas
09 Palabras interesantes     Palabras Interesantes
10 Olivia Ardey            Olivia Ardey

Salud

La primera,
un elixir granate con aroma a madera, 
un paseo por viñedos azulados,
aligera esa parte de tu alma que busca refugio en la habitación de tus tristezas, 
imperdibles,
o corre con pasitos esperanzados, a la buhardilla fantasiosa de tu infancia. 
Con el cristal caramelo de la segunda,            abrís la ventanilla del corazón en donde llorás a quienes te han abandonado. 
Su transparencia de oro induce a susurrar nombres,                                                  inolvidables,                                                       
como quien canta a un niño para arrullar su sueño…
o apaciguar el tuyo.
Con la tercera,                                                                                                       una fiesta del color del sol,                                  con hielo cielo y fruta y fiesta,                                                        oís rumba en tu sala de baile imaginaria.
movés flamenca,                                                                                          caderas y brazos,                                                          al compás travieso de un soniquete gitano que solo vos escuchás. 
Te importan poco  o te importan nada,                     las piedras-palabras,                                        opacas y deformes que lanzan a tu aire de íntima musicalidad,
los ignorantes de tu fuego. 
 Ellos no entienden de alcobas en el alma,
ni de pérdidas, 
ni de arrebatos.
Salud por la vida que te ha enseñado,          valiente,                                                                                                                       cómo se llora y cómo se besa. 
Salud por los años que se han instalado,         luna a luna,                                                                                                                   en la historia de tus huesos.
Salud por la hoguera,                                          invencible,                                                                                                                                 que atizás con afán en el centro de tu entraña. 
Salud por tus vivos y tus muertos, 
por tu ayer y tu mañana,
salud y salud por la bengala que,                              generosa,
me ofrece tu mirada.