Esa Revolución

Cambio, cambio y más cambio. Eso es lo único que no cambia. Todo muta, la tierra, el clima, nosotros. Hombres y mujeres por igual, (y por lo general). Quizás las señoras somos más observadoras y observadas. De repente veo el espejo y ¡oh surprise! no me encuentro. Si busco, por ahí aparezco, debajo de lo nuevo que tiene aspecto de viejo. Hablo por Facetime y resulta que la imagen macabra de la esquinita… ¡soy yo! Pobre interlocutor, habla con The Living Dead.  Luego veo el retrato que con cariñosa benevolencia me hizo Tanya a lo 41, y bueno, tampoco me encuentro del todo. Ya no soy la misma.  


Tanto cambiamos. Los ojos más cansados, las arrugas más elocuentes, y la expresión toda, más reflexiva. Como si supiéramos algo de lo que no queríamos enterarnos, algo que arrancó la miel que tuvimos en alguna juventud. Más viejos. Cada día más al final que al principio. Ni modo. La decadencia física es integral, pero manejable, con ingenio y astucia podemos disfrazarla. Yo hasta le encuentro gracia. Es más importante no perder los lentes para ver de cerca que las llaves. Caminar raro después de una clase de fit es normal. Escuchar música vieja es imprescindible, el volumen moderado aún más. 


Ahh… pero los cambios reales, los fundamentales, suceden adentro, cada vez más adentro. En las convicciones, en la forma de ver la vida -o de reinventarla en un intento inútil-, en las expectativas. En lo que de plano, ya es inaceptable, en lo que te golpea la esencia. En cómo nos encontramos -o desencontramos- con otros seres humanos, en la creciente necesidad de cercanía, la que sea. En la forma de añorar, y también en la de amar. Lo que los años te enseñan transforma tu núcleo, lo enriquece. Aunque habemos quienes nos asustamos.


Sí, el tiempo camina la geografía de rostro y cuerpo. Como huellas sobre arena va quedando su evidencia. Pero fíjate adentro, en la consciencia, la razón y en el alma misma, no son simples dibujos de piecitos lo que va quedando. Adentro el tiempo provoca verdaderas rebeliones y revoluciones. Y contra ellas, nada.

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