Llegaste a mis años
de esperanza inmensa,
vestido de palabra,
de agudeza métrica y
entraste a mi centro cantando
la voz de todas las canciones.
Llenaste los pasos de aquellos
mis días siempre nuevos,
con imágenes y campanas,
con sílabas puras
y verdades inventadas.
Tus versos sonoros y valientes,
abrieron mi entendimiento.
Y profundo perforaron el pozo,
de mi sentir infinito con
alborotados remolinos.
Y cuando los años de la esperanza
se desvanecieron como humo
de volcán cansado,
con sonetos o haikus siempre
permaneciste, sereno, a mi lado.
Y cuando vertiginosos llegaron
los años que tragaron a la feliz
certeza, la que fue de mentira,
consolaste la lágrima del vacío
con tu verso de tenue alegría.
Y luego, cuando llegaron los
otros tiempos,
los de soledad incomprensible,
oportuno acariciaste
mis vacíos primeros
con tus líneas de iluminada
sorpresa.
Y hoy que los años todos se
amontonan en mi historia,
los de centella y los de neblina,
los de silencio y los de sinfonía,
los de compañía y los de abandono,
a mi lado habita intacto
tu rostro de sílabas en página blanca.
Me envuelves completa
con cada palabra, en cada silencio.
Sacudes mi esencia con
tu gozo inmenso y con todo el
lamento del universo.
Te quedaste conmigo siempre,
Eterno y poderoso,
siempre vivo,
Poema mío.