Brindo por la historia que se convierte en literatura.
Por la inspiración desaforada que provoca en los autores.
Salud por esos magos de las letras que la re inventan
para quienes sobrevivimos aferrados a la lectura.
Por las emociones que me crecen y enloquecen
gracias a la vida que habito en los libros.
Feliz ante la Catedral del Mar,
cara a cara, cerré los ojos.
Reviví en el siglo XIV.
Me encontré con Arnau Estanyol
y fui testigo del ir y venir de aquella Barcelona
que Idelfonso Falcones me contó.
Fue un instante de imaginación pura.
De redención.
Santa María del Mar con sus muros cargados de siglos,
el libro abierto en mi memoria, vino, jamón con melón
y velas que hablan.
Los libros y el mundo. He dicho.