Latigazos sobre el asfalto

Cuando éramos niños, los rebaños pequeños de cabritas eran elementos comunes del paisaje urbano. Anunciaban su llegada a las calles de nuestro barrio por su ruidito de campanas y por el taconeo alegre de sus pezuñas. Su pastor y amo, el Señor de las Cabritas, marcaba la danza del «caminen, paren, ahora crucen» con una varita y muchos chiflidos. 
Ayer vi un rebaño de aquel pasado, después de media vida. Aunque cuarentones rascando el medio siglo, dentro nuestro habita un niño perpetuo, quien despierta y se alborota si reencuentra asuntos del pasado muy pasado. Como estas cabritas de todos colores, como los latigazos de su pastor sobre el asfalto, anuncio del choque profundo entre verdades rurales y verdades urbanas. 

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s