TERREMOTO EN PREPARATORIA

Hay etapas de certezas especiales, de cambios y descubrimientos. Preparatoria, por ejemplo, es un año revelador para los niños. Son los veteranos de preprimaria. Yo estaba fascinada, pues en preparatoria conocí el mundo de las tareas escolares. Me sentía importante por el peso de la responsabilidad y de los cuadernos en mi primer bolsón. Tanto, que me gasté el entusiasmo, y me hizo falta cuando las tareas llegaron a estorbarme en secundaria. Porque en la adolescencia, los deberes ocupaban tiempo necesario para descubrir el mundo. Por una cocinera muy creativa, también supe que existía un macabro personaje llamado “El Coco”. Este malvado, vendría a moverme la cama y asustarme en las noches si no me comía toda la cena. Para dormir en paz, más me valía comerme todos los frijoles. Una tarde de tarea de matemáticas, debía dibujar manzanitas en canastas, para ilustrar sumas dificultosas de un dígito. Estuve muy entretenida. No sé si el resultado de las sumas fue el correcto. Pero si recuerdo que en mi infantil opinión, las manzanas, rojas y redondas, eran una obra de arte. Estaba tan contenta que de buena gana dejé el plato limpio en la cena. 

Esa madrugada, me despertó un movimiento terrible.

Se me cayó el estómago del miedo, ¡El Coco no dejaba de mover mi cama! Además de malo era chanchullero. Entré en pánico. Para mi alivio, mi papá corrió al cuarto y me salvó. En menos de dos minutos, con dos niñas abrazadas como sandías, una en cada brazo, salimos de la casa. Fue la madrugada del 4 de febrero de 1976. Los guatemaltecos fuimos azotados por un terremoto violento y monumental. Me quedé con la gana de entregar mi tarea de sumas y manzanas a Frau Vicky, mi maestra. Un mes esperó mi cuaderno de cuadrícula grande en el bolsón, antes de que un poco de normalidad regresara a nuestras vidas.


En febrero del 76 Guatemala cambió para siempre. En medio de la desolación colectiva, mi mente de seis años se sintió aliviada. Pues tuve la certeza de que el Coco siniestro, fruto de la imaginación y manipulación de Lupe la cocinera, no existía. Ese año de preparatoria y temblores, aprendí que todo puede cambiar de un momento a otro, a sumar y restar, y a no creer todo lo que me cuentan.

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