Hubo un tiempo en el que la imaginación era una fiesta perpetua de fuegos artificiales, la curiosidad, un apetito insaciable y feliz, la vida, aventura pura.
Tan lejano quedó ese tiempo que su puente se cuenta en décadas. Tan breve su curso que no llegó a dos dígitos.
La infancia, el jardín de esperanzas y esplendores posee algunas onzas de crueldad.
Muere demasiado pronto, de un momento a otro. Su fin es una violencia que no deja de aullar.
Sí. Desgraciadamente la fiesta y los fuegos artificiales duran poco. Feliz semana.
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