Un desorden imposible de organizar.
Este hoy que se contradice con aquel ayer.
El bajón de este momento que nada tiene que ver con la euforia de hace un rato.
Un choque de opuestos reales me sucede dentro, un enigma imposible de resolver.
La negrura incapaz de iluminarse.
La luz que no se deja atenuar.
La ceguera,
la sordera,
el relámpago,
el estruendo.
El agujero negro,
el silencio.
La bengala y la sinfonía.
El temor a desvanecerme
o el miedo a resurgir.
El deseo de ser invisible
y la ansiedad cuando no me dibujo.
Cuántas formas de desencuentro.
Este espíritu que como humo sube y como lluvia cae,
este espíritu que se tiñe de azul o de sol,
este espíritu que no se entiende con él mismo.
Este espíritu
constante contradicción.
Mes: julio 2021
Y cantan
Las paredes
que de viejas se estremecen
como agua bajo viento
guardan canciones.
Y cantan
cuando el recuerdo
les quita el vestido
las paredes cantan.
Cantan con sentimiento
como si adivinaran.
Con Jaime
“Siempre en la cama ocurre lo mejor de la vida: el nacimiento, el amor, la escritura y la muerte.”
Jaime Sabines
No recuerdo con exactitud cuando fue la primera vez que leí a Jaime Sabines. Lo que nunca olvidaré es el golpe que sus versos le dieron a mi ánimo, a mi entendimiento, un golpe certero como sus versos.
Fue gran amigo de Ángeles Mastretta, ella lo celebra con merecida iluminación en su libro de memorias “El cielo de los leones”.
Tampoco recuerdo cuando encontré este texto, fue hace muchos libros, hace tanto.
A través de Ángeles y sus recuerdos y en el corazón de los libros de Sabines que tuve la dicha de recoger por el camino solitario que ando, este poeta de intenso verso terminó de seducirme.
Y es que a pesar de haber muerto hace años, Sabines no se va.
Hace muchas noches leí una entrevista que le hicieron en el año 84. La simpleza de su historia conmueve, sin remedio, sus palabras me agitaron de nuevo.
Me impactó la frescura de su afirmación sobre la cama, la encontré escondida en alguna de sus respuestas. Y no pude resistirme, merece ser compartida.
Los que escriben me entienden.
Todos somos responsables
Bajo la vocecita de la niña subyace una tempestad milenaria. Cadenas interminables de generaciones que no vencen al coloso del hambre.
Ella, detrás de una mascarilla empapada demasiado grande para su rostro pequeñito, es apenas un eslabón.
Como tantos, pide ayuda en el semáforo.
Y no sé si es la lluvia o son sus ojos o mi incapacidad de escucharla detrás del agua pero esta tarde su tempestad se ha metido en todo mi cuerpo.
El hambre es un producto de condiciones imposibles más profundas. La pobreza se erige como epicentro.
No se rompe la cadena, su poder es exponencial. Es, a su vez, resultado de otra cadena.
Causas y consecuencias de las que todos, con o sin conciencia, somos responsables.
Te cuide
Que bien te cuide la noche
cariño.
Que te cobije
con mantos de buen sueño
que te alimente
con promesas y estrellas.
Que coloque
en tu rostro
su beso de miel.