Ignacio, preso de rabioso arrebato, remataba su ira roedora lanzando un ladrillo a la Gata Loca.
Con la cabeza trémula por el ladrillazo bien puesto, tumbada en el suelo, la loca herida expresaba un amor de encantamiento a su agresor.
Acercamientos tempraneros a la violencia. Agresión de caricatura del siglo XX.
En blanco y negro.