Te haces una con la ventana para ver cómo la lluvia se hace una con la tierra, una con los verdes, una con la tarde que solloza bajo pesos de silencio.
Atrás del agua también el volcán se hace uno, uno con la mirada.
Y no importa lo que estés sintiendo, ni cuánto te abata el tiempo, ni cómo te azoten las tormentas ni los tormentos, ante tan voluptuosa belleza no podés dejar de sonreír.
