Sin caricias no se vale. Si no siento tu piel a mi tacto es como si nada sucediera entre nosotros. Y lo nuestro es íntimo, una relación cercana como la de la lluvia y la tierra. Me hablas de emociones, me cuentas tus historias, cómo podría hacerlas mías sin sentir tu piel de seda? Paso horas con mis manos sobre tu cuerpo generoso, sin ese contacto moriría de tristeza.
Tu presencia sin condiciones me ha salvado, una y otra vez de la soledad y de otros demonios. Sin darte cuenta, tu roce me devuelve mil esperanzas. También está el tono de tu voz, el ritmo de tus palabras. Tus buenas y brillantes palabras. Te aprieto a mi pecho. A veces te salpico de lágrimas, otras de carcajadas. Nada es eterno. Cuando lo nuestro está por llegar a su fin, siento un agujero en la panza. Algo me duele en la imaginación. Cuando me dices adiós tengo la certeza de que jamás volveré a ser la misma. Dejas trozos tuyos en mí.
Así es amado libro, jamás te olvidaré. Me has hecho feliz. Por eso sin la caricia de tu papel, sin la tonada que tus páginas van cantando a su paso, simplemente no se vale.