Una añoranza aprieta, un puñado de deseos imposibles.
Y es que a veces quisiera de nuevo ser niña, volver a la vida pequeña, rural, en un lugar que ya no existe, el del principio.
Regresar al espacio y a los días, a los aromas. Desandar los caminos contaminantes, recoger los despojos de inocencia, reconstruir la habitación de la fantasía, restaurar los sonidos.
Recomenzar los años.
Resucitar a los muertos.